lunes, 19 de marzo de 2018

¿Es mejor el no saberlo?


(Escrito el 12 de septiembre 2017)
Por allá en los años 40, en nuestra España semi montañosa, había pueblos a los que se accedía por camino de herradura por lo que la comunicación con el exterior era ínfima. Sus habitantes lo único que hacían era sobrevivir y prácticamente con el autoconsumo iban tirando. A pesar de ello, los que lograban alimentar su cuerpo, al terminar las faenas diarias se sentían felices, sobre todo en el anochecer, cuando solamente oían el canto de los grillos y el cielo estaba estrellado y limpio. Era un remanso de paz. Lo que anhelaban y esperaban de la vida era poco.

Aquello quedó atrás, vino la emigración a las ciudades, la búsqueda del trabajo, el pago de las letras del piso, los estudios y la colocación de los hijos y aquella tranquilidad que había vivido se quebró. Empezaron a ver la realidad de la vida. No sabían que la vida era así. En ocasiones alguien comentaría: ¡con lo tranquilos que vivíamos antes!

La vida trascurrió con sus altos y bajos, cada cual acumuló su historia vivida de la que muchas veces podría haber salido una verdadera novela y nos plantamos en el siglo XXI, con nuestros Partidos Políticos, las Elecciones, la Comunidad Europea, los Medios de Comunicación y con más o menos veracidad nos fuimos enterando de los chanchullos que muchos llevaban entre manos. Unas veces eran empresarios, otras funcionarios, policías y sobre todo políticos. Algunos hasta los conocíamos, pues en determinadas ocasiones habíamos coincidido en nuestro deambular por la vida.

El conocimiento de esos casos hizo que nos encabronásemos, pero al no poder hacer nada individualmente, nos tuvimos que quedar con la mosca tras la oreja y recordando el “quién te ha visto y quién te ve”. Parecía imposible escuchar de muchos de ellos las palabras igualdad, justicia social, etc y animarte a que votases al Partido al que él pertenecía, si querías que tu situación mejorase. Con ellos en el poder lo conseguirías.

Unas veces con unos en el mando y otras con los que antes le llevaban la contraria, anduvimos muchos años y nos metieron en una crisis que nunca termina de arreglarse. Todos dicen saber las soluciones, pero la divulgación de sus programas poco  mejoran nuestros problemas. Entretanto ves ese goteo de detenciones, esos juicios muchas veces ridículos, algún que otro ingreso en prisión, como diciendo ¡ya está todo arreglado!

Mientras vas viendo todo esto que te cuentan, alguno, quejoso tal vez por cómo le han tratado, además de su trabajo profesional,  escribe y cuenta, solamente algunos de los chanchullos que le ha tocado vivir. Al leerlos se te ponen los pelos de punta. Algunas cosas las habías oído, pero nunca tenías conocimiento de la dimensión de tales delitos, por lo que te preguntas: ¿era mejor no saber todo esto?

La vida sigue, la rueda avanza y tú te vas dando cuenta de lo difícil que es prosperar. Con este Fango que hay, es imposible cerner la arena para formar ese mortero que es preciso emplear para hacer cosas sólidas. Aquellos habitantes que mencionaba al principio, a su manera eran felices, pues ignoraban lo que tenían en sus alrededores. Los de ahora, cada vez que te vas enterando del fango que hay, te da nauseas. ¿No debería tranquilizarte conocer la verdad?  Sinceramente, a veces, para no cabrearte más sin poder hacer nada, creo que es preferible ignorarla.

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